Gárgolas insomnes

Abril 19 de 2011

El silencio de los inocentes

Javier Sicilia tiene todo el derecho del mundo a marchar en silencio como forma de protesta simbólica por el asesinato de su hijo, cuyo cuerpo fue hallado sin vida el 28 de marzo en Cuernavaca, Morelos, junto a los cadáveres de seis jóvenes más dentro de un coche. El silencio puede ser estremecedor cuando son miles de personas quienes lo guardan, lo sacan de sus casas a las calles, lo caminan, lo gritan, como en 1968 durante la histórica y emblemática Marcha del Silencio. ¿Para qué decir con palabras lo que es obvio: que al vincular a las víctimas con sus victimarios, el gobierno local delata sus propios vínculos con el crimen organizado? Vincular a las víctimas con sus victimarios es una señal de identidad entre quienes lo hacen: ofenden a las víctimas, a sus familiares y amig@s, que también son víctimas, al pueblo entero, no sólo de una ciudad o su entidad federativa, sino de todo un país y el mundo; vincular a las víctimas con sus victimarios equivale a matar dos veces a la misma persona y herir de muerte a su familia; identifica el cinismo de quien declara en público desde el poder formal con la cobardía de quien dispara desde el anonimato y al amparo de la noche y la complicidad, no menos cobarde ni menos criminal. El poder formal de la política se hace uno con el poder fáctico del crimen organizado, estrechan su alianza y cierran el impenetrable círculo de la sangre. ¿Para qué decirlo con palabras cuando el dolor no quiere informar o denunciar su causa, sino expresarse, hallar un lenguaje que identifique su multitudinaria dimensión, a diferencia de la identidad minoritaria y usufructuante, la de una especie distinta y distante, cuyos ejemplos más representativos -perdón por la redundancia- se denominan científicamente hij@s de la chingada? Si las palabras no expresan el vacío, la renuncia, la oquedad, la sensación de pérdida, si no son su lenguaje, quizá tampoco lo sea el silencio, pero hallará un canal de comunicación allí, en la encrucijada, es decir, donde convergen los caminos de una misma tragedia con incontables réplicas…

Javier Sicilia tiene tanto derecho a buscar en el silencio un desahogo como el que tengo yo a gritar lo que todo el mundo sabe, pero teme decirlo y hasta pensarlo: que la estrategia federal en México es dictada en Washington y la guarida secreta del Chapo Guzmán (la ubicación de su guarida es un secreto de Estado), que Marcelo Ebrard es pelele del pelele, que la mafia de López Obrador no es "izquierda oficial", como pretenden quienes todavía leen La Jornada, sino salinismo de izquierda mutante, no sea la de malas que México pierda la esperanza y la fe, una vez perdida la vergüenza de que nos convoque a marchar contra la violencia criminal alguien que habla de un "código de honor" perdido por los "señores criminales", que marque la pauta, y el resto de las iniciativas contra la barbarie genocida tenga que ajustarse a su agenda.

Para mí el silencio es complicidad, pero tanto derecho tienen al templete y al micrófono l@s amig@s poetas de Sicilia como l@s jóvenes silenciad@s por los técnicos del desgobierno defeño. Las principales víctimas de esta guerra contra el pueblo son jóvenes, pero la incongruencia senil de la elite siciliana cree que es menos feo silenciarlos apagando el sonido cuando toman el templete que hacerlo a balazos, y si alguien tiene miedo a la juventud en la ciudad de México es el desgobierno policiaco de Marcelo Ebrard, cuya política "cultural" consiste en fomentar el monopolio de una empresa privada, poniendo en sus manos responsabilidades públicas, tal como hace el IMSS con las guarderías. Por eso, el 8 de mayo, una estudiante de CCH leerá el Manifiesto que hemos firmado más de cien personas y grupos, contando individualmente al frente nacional de organizaciones sociales, así como gente de El Salvador, Puerto Rico, Argentina, Cataluña, Portugal, Francia y Bélgica. Tanto derecho tienen al templete y al micrófono l@s amig@s poetas de Sicilia como l@s jóvenes en rebeldía y mis amigos músicos; por eso el acto político del 8 de mayo tendrá continuidad con un acto musical de grupos acústicos. Alguien representativo, no del círculo intelectual de Sicilia, sino de nuestra pluralidad y amplitud, dará a conocer ese día la convocatoria a formar un comité coordinador de acciones y planteamientos programáticos a favor de la paz con desarrollo igualitario y solidario, democracia y libertad, justicia y dignidad, un comité contra el genocidio que llaman "guerra contra el narco".

Los organizadores esperan movilizar el doble o cuatro veces más de la gente que fue la vez pasada, pero yo no soy tan optimista, porque la vez pasada cometieron errores que la gente no perdona: que le hicieran el feo al SME, que apagaran el sonido cuando subieron los jóvenes, que ni siquiera le permitieran subir a Julia Klug, el protagonismo insoportable de Ofelia Medina y, en general, toda esa atmósfera elitista de ambiguos con poder momentáneo de convocatoria por el falso prestigio de La Jornada… Si no emerge ahora un comité amplio y plural, efectivo y funcional, que asuma el liderazgo del movimiento contra la barbarie que amenaza con hacer de la Ciudad de México una Ciudad Juárez gigante, el efecto Sicilia terminará siendo el de un búmerang, o sea, un autosabotaje.

[] Iván Rincón 11:27 PM

Marzo 17 de 2011

La guerra en México, según Pitágoras

Aunque sepamos que son falsas, imaginemos por un momento que las cifras oficiales son auténticas. Al morir el año pasado, el espuriato había barrido con 34 mil 612 vidas humanas, según su corte de caja. De esa cantidad, la dizque «guerra contra el narco» justificaba dos mil 432 muertes y, para darle sabor a heroicidad, condimentaba el caldo con números similares o superiores de "heridos", a saber si lisiados, heridos de muerte o puro espanto. Las cifras sugieren que 32 mil 180 muertes son "bajas colaterales" o asesinatos cometidos por la delincuencia. En ningún periodo gubernamental había estado tan activa la delincuencia, ni siquiera en Ciudad Juárez, capital mundial de una saña impune que destruye mujeres como deporte y, durante el sexenio de la muerte, laboratorio principal de un genocidio que amenaza con reproducirse a gran escala en la Ciudad de México, desde donde se desplazan vehículos militares a localidades limítrofes para realizar operativos relámpago que dejan veinte muertes en una hora y nomás en una parte, a diario, simultáneos y hasta donde sabemos. La militarización de la capital por el capital es gradual para que no haya tos y, si acaso la hay, que no despierte al gigante...

En los hechos, las fuerzas armadas y el crimen organizado son la misma cosa, pero hagamos de cuenta que la mentira oficial es verdad: hasta el corte de caja, mil 562 héroes ofrendaron la vida en su lucha contra el polo opuesto de la maldad, al que infligieron apenas 870 bajas, poco más de la mitad que sufrieron ellos, porque son buenos y hacen todo lo posible por atrapar a los malos con vida, inclusive morir, según el cuento. Sumadas las bajas de malos y buenos, el saldo mortal asciende a dos mil 432 muertes. Ahora multiplique usted ese número por quince y descubrirá que el "daño colateral" es catorce veces mayor al número de caídos en una guerra que no es de buenos contra malos, sino de peores contra el pueblo. Si la mentira oficial fuera verdad y hubiera neuronas vivas en el cerebro, este daño bastaría para entender: algo más criminal que el crimen organizado es la guerra que finge combatirlo, pues la diferencia entre los muertos de las bandas armadas y el saldo total de su guerra es 32 mil 180 vidas truncadas. ¿Que no es suficiente para ver la tragedia? Hagamos entonces una operación aritmética más indignante: Multiplique usted las 870 bajas de la delincuencia por veinte y verá que esa es la proporción del costo que ha tenido para el país esta barbarie. Las vidas violentamente arrebatadas a México por el espuriato son veinte veces más que las pérdidas humanas del crimen organizado (si acaso tiene algo de humano ese monstruo).

Hasta un ciego puede ver el desastre, que no acaba allí. En las cifras oficiales es claramente perceptible una tendencia ascendente de muerte violenta; los asesinatos del año pasado son el doble que los del antepasado y el triple que los de 2008, así que si usted sabe sumar y multiplicar estará de acuerdo conmigo en que, de continuar la tendencia, este año tendremos 30 mil asesinatos; un año bastará para que sean tantos como los desaparecidos políticos durante ocho años por la dictadura militar argentina. ¿Y por qué sucede tan ominoso fenómeno? -se preguntará quizás algún ser pensante. La violencia repunta porque la militarización de la seguridad pública es apagar con gasolina un incendio y, si no la detenemos a tiempo, hasta el Vaticano será menos conservador que las cifras oficiales y, así fueran verídicas, 30 mil asesinatos en un año equivalen a 577 por semana en promedio; más de 82 asesinatos diarios; casi tres y medio cada hora (si medio asesinato no cuenta, siete asesinatos en dos horas valen la pena de un esfuerzo mental). ¿Pero sabe usted qué tragedia es más grande todavía que toda esta suma de muerte? La pasividad, la inercia de una masa cuya indiferencia tiene razón de ser, pues no hará ninguna diferencia si la matan. ¿Puede haber algo más trágico? No lo creo.

México, D.F. a un mes y medio del arribo de la muerte, vivo aún.

Posdata lapidaria: Sería un buen final, pero no he terminado. No son balas perdidas en el "fuego cruzado" las que matan gente inocente con tal desproporción que la ONU debería decretar un estado de emergencia internacional, veinte veces más que los muertos en enfrentamientos a balazos con la policía y el ejército federal. ¡Hagan cuentas y díganme si les parece poco! No he dicho lo más nefasto: las balas asesinas están perfectamente orientadas; los asesinos disparan a los cuerpos torturados de luchadores sociales, a quienes mutilan para enviarnos el más vil de los mensajes, porque no es posible doblegar a hombres y mujeres libres y por eso destruyen el envase; tampoco es "fuego cruzado" el que ha masacrado niñ@s en los retenes militares, sino brutalidad extrema que nadie debería tolerar, cobardía y deshonor que mancha y marca para siempre la imagen de las fuerzas armadas y uniformadas. Callar ante su furia rabiosa es complicidad; ante semejante carnicería sólo puede haber algo todavía más cobarde y también criminal: decir, al amparo de la imbecilidad sin límites ni remedio: "Los militares nomás obedecen órdenes, déjalos hacer su chamba". Esa mierda ensucia inclusive la palabra, la mirada, el silencio, la noción del mundo y de la humanidad.

La barbarie se dirige a quienes oponemos resistencia, levantamos la voz ante la ignominia y abyección, la impunidad y prostitución muy bien pagada por seres de la más baja ralea y la peor calaña, que nos temen, así seamos unos cuantos, porque damos la cara, encaramos la destrucción avasallante porque preferimos la muerte a vivir de rodillas, y pensamos por todos los que no piensan, los que tienen miedo y permanecen agazapados mientras aniquilan a sus semejantes, que no son tan semejantes porque, a diferencia suya, quienes han caído tenían dignidad.

Más de 32 dos mil muertos, según cifras oficiales, podrían ser en realidad alrededor de cien mil que tenían derecho a vivir, que dejaron familias… La herida es muy profunda y manará sangre mientras no detengamos la masacre, mientras la bestia genocida siga impune, y mucho tiempo después, aunque nunca falte quien jamás entienda un carajo, aunque se lo expliquen, y espete sandeces y escupa su baba en vez de hablar.

Y no he terminado: esta historia continuará...

[] Iván Rincón 2:24 AM

Marzo 9 de 2011

De Ciudad Juárez a Ciudad Monstruo

(Segunda llamada)

A cuatro años de que Felipe Calderón usurpó la Presidencia de México y declaró su «guerra contra el narco», luego de pagar el apoyo militar al golpe de Estado con aumentos salariales a los altos mandos, las fuerzas armadas operaban en municipios limítrofes con la Ciudad de México: Nezahualcóyotl y Ecatepec. En enero pasado, el procurador capitalino Miguel Ángel Mancera descartaba la posibilidad de que el ejército federal patrullara las calles del Distrito Federal, pues las corporaciones policiacas "están dando resultados, cuentan con la capacidad y el estado de fuerza para enfrentar los incidentes (1), llevan un adecuado seguimiento de los grupos delictivos" (sic); las «autoridades locales» ni siquiera contemplaban esa posibilidad; "la cooperación aquí radica en un intercambio de información con las autoridades federales", según el titular de la PGJDF.

En febrero, el ejército federal patrullaba el Centro Histórico y Paseo de la Reforma, además de hacer cateos en cuatro delegaciones políticas para desmantelar "narcotienditas", mientras la PFP mantenía un asedio paramilitar a la ENAH y el INAH, con el precedente histórico del asalto a la UNAM en 2000, su estreno como fuerza represiva que sería desplegada en Oaxaca para aplastar a la insurgencia popular en 2006 con detenciones arbitrarias y destrucción, destrucción y más destrucción, como horda vandálica de violadores sexuales que ni siquiera distinguen entre hombres y mujeres.

En marzo (de regreso a la actualidad), el ejército federal se despliega en plazas públicas: Alameda Central desde Avenida Juárez hasta el Eje Central en la noche del 5 de marzo, mientras el usurpador asiste al Palacio de Bellas Artes y luego al Edificio de Correos; tres días después, martes 8 de marzo, vehículos castrenses circulan por Insurgentes Norte, mientras Marcelo Ebrard visita la Lumbrera 13 en Avenida de los Cien Metros. Al ser cuestionado sobre la presencia militar en la Ciudad de México, el jefe del desgobierno capitalino responde que está coordinada con la policía local, o sea: vil complicidad.

Así empezó la pesadilla que ahora vive Ciudad Juárez, Chihuahua, más que ninguna otra parte del país, barbarie que ha bañado en su propia sangre al pueblo de México, y nomás esperaba llegar al nivel en que se encuentra para extender el imperio de la violencia sin límite a la Ciudad de México, la más poblada y caótica del mundo. Por desgracia, no están del todo errados los cálculos del poder genocida en cuanto a la respuesta de la sociedad civil, que no parece muy preocupada y mucho menos alarmada por esta amenaza de muerte. Al menos hasta donde se puede ver en las redes sociales, cada quién sigue en su onda, nadie levanta la voz ni asume que se trata de una guerra; l@s más aguerrid@s intercambian comentarios al pie de una foto y hasta allí; esta identificación a través de la pantalla es menos evasiva que la incomunicación televisiva, pero más efectiva como válvula de escape. Al parecer, tod@s prefieren esperar a que la red criminal incrustada en Los Pinos y en todas partes arroje una cifra oficial de 30 mil muertos durante 2011 como saldo colateral de la guerra entre malos y peores, al cabo nomás tenemos un día de muertos y entonces empezará la cuenta regresiva para que llegue AMLO y la felicidad; al cabo también tenemos, como vecinos, a los gringos pa' que vengan pronto, pronto, rápido, ya y nos liberen. La red criminal incrustada en Los Pinos y en todas partes arrojará dicha cifra oficial y un montón de retazo con hueso por las alcantarillas...

De los 34 mil 612 asesinatos reconocidos por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), corresponden a las Fuerzas de Seguridad Pública mil 481 "elementos" asesinados y mil 46 heridos; al ejército federal, 81 muertos y 190 heridos (en sangrientos combates contra niñ@s inermes); a los cárteles, 870 muertos y 190 heridos. En total, suman dos mil 432 muertes hasta aquí. ¿Y los demás -nos preguntamos algun@s-, los 32 mil restantes, a qué fuerza pertenecían? Muy por su parte, activistas de Ciudad Juárez calculan que la cantidad real de caídos en el sexenio de la muerte gira alrededor de los cien mil, pues los cuerpos sin vida que llegan a la morgue de la entidad no son ni siquiera la mitad. ¿Contará este otro cálculo a l@s que mueren de hambre?

Esta historia continuará…

1) La mayoría de los incidentes violentos que tenían lugar en la capital del país obedecían, según esta versión de la realidad, a los "ajustes de cuentas entre bandas delictivas del fuero común, principalmente de narcomenudistas que buscan mantener su operación en un área determinada". ¿Alguien percibe alguna diferencia, por lo menos un matiz, con el discurso del desgobierno federal espurio? Yo no.

[] Iván Rincón 9:56 PM

Marzo 6 de 2011

Presunto inocente

Ahora resulta que el poder ejecutivo está enfrentado al poder judicial por la prohibición del documental Presunto culpable. ¿Alguien aquí se traga ese cuento, ese vil simulacro engañapendej@s? ¿El poder que movió los hilos para sacar del aire a Carmen Aristegui ahora defiende la libertad de expresión y pinta su ralla con el que absuelve a genocidas y pederastas? ¡Qué metamorfosis tan repentina! Mientras ocurre semejante milagro, el ejército federal invade las calles y algunas casas de la Ciudad de México, tal como empezó el terror actual en Ciudad Juárez.

Presunto culpable tiene más méritos que ninguna otra cosa, es un trabajo inteligente, valiente y audaz, pero imperfecto, amerita críticas y hace publicidad a dos marcas de Carlos Slim: Apple y Marlboro. Lo que está en juego aquí no es justicia, sino dinero. El interés de la política por el dinero es la causa común de Abogados con Cámara, Cinépolis y Gobernación (específicamente, RTC). El interés de la política por la proyección pública de una imagen favorable a la libertad de expresión identifica la hipocresía y demagogia del espurio con la hipocresía y demagogia del Gran Hermano, antes carnal Marcelo. Que no se nos olvide, país de amnesias y mentiras, que en el sexenio de López Obrador, Ebrard pagó una cantidad estratosférica de nuestro dinero por la asesoría de Rudolph Giuliani, entonces alcalde de New York, quien se limitó a recomendar premios y recompensas por detenciones y sentencias, y la mayor cantidad posible de gente encarcelada, o sea, el apuntalamiento del llamado sistema de justicia y su aparato policiaco / burocrático, perversión y corrupción que denuncia el documental con "agradecimientos especiales" al desgobierno de la ciudad en los créditos finales. Dinero es el principal interés detrás de la entelequia que nos venden con el nombre de justicia.

Defendamos el derecho a conocer y dar a conocer esa película y todas las que sean objeto de censura, pero que nadie nos rebane los sesos. Defendamos a toda la gente injustamente encarcelada, pero sin dar las nalgas a los verdaderos culpables, impartidores de injusticia.

[] Iván Rincón 5:36 PM

Marzo 4 de 2011

De Ciudad Juárez a Ciudad Monstruo

Comenzó la militarización del Distrito Federal; vehículos castrenses patrullan el Centro Histórico, Paseo de la Reforma y calles aledañas (alrededor de la embajada gringa están sus «oficinas de intereses», más embajadas y representaciones de "gobiernos" estatales, en una misma ruta de Cuauhtémoc a Polanco), entre otras delegaciones políticas y, durante las próximas horas, abarcará toda la ciudad y la «zona conurbada». El ejército federal opera como fuerza de ocupación invasora.

La barbarie foro export que ahoga en su propia sangre a Ciudad Juárez, Chihuahua, laboratorio principal de la guerra contra la población entera de este país, ha sembrado el terror en Michoacán y Morelos, entre muchos otros lugares, y ahora se cierne sobre nosotros, los defeños, chilangos o visitantes. El hecho es por demás alarmante. ¿Qué haremos al respecto: intentos de abstracción y evasión mental; asumirnos espectadores pasivos y distantes de una violencia desquiciada y demencial, rabiosa y genocida, expansiva, omnipresente... hasta que nos toque y seamos protagonistas a huevo, a la fuerza, por la fuerza bruta y fuera de control?

De nuestra parte, urge expandir a su vez esta ALERTA y, desde luego, salir de las redes sociales y demás trincheras virtuales, a las calles que son nuestras, a los espacios públicos, antes de que el estado de excepción sea la regla general y nos arrebate hasta el aire: suspensión de las garantías individuales y desaparición de los derechos humanos. Quedarnos en casa, guarecernos, además de cobardía, es inútil cuando se trata de evitar una invasión, el secuestro de la mayor concentración poblacional del planeta, la privación de su libertad con el allanamiento de la privacidad, nuestra detención y desaparición forzada, la pesadilla del encierro y la tortura... A diferencia de la doctrinada masacre que nos colapsa, el ostracismo no es táctica.

Simultáneamente al patrullaje de la Ciudad de México por el ejército federal en el primer cuadro, así como al asedio paramilitar a la ENAH por la PFP, ha tenido lugar una serie de cateos en las delegaciones Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Azcapotzalco y Benito Juárez, en ese orden cronológico, durante dos semanas. El desgobierno capitalino, además de causar el monstruoso desastre que sufre la ciudad, abre las puertas al atropello arbitrario que dice perseguir a la delincuencia, desmantelando "narcotienditas" en estos casos, y de paso reprime la protesta social, por lo menos la inhibe, criminaliza la movilización defensiva de la sociedad civil, inventando vínculos de las víctimas con sus victimarios, calumnia que ofende también a las familias victimizadas, tanto como a la inteligencia de la gente pensante, que no parece, pero existe, bajo amenaza, bajo la sombra de la muerte que asecha y oscurece al país.

¿Qué sigue: la intervención directa de vecino imperio, una vez consumado el caos como río revuelto, ganancia de usurpadores, y el momento estelar de las corporaciones asesinas, aparato de máxima destrucción, llamado «seguridad nacional» por el Estado, que paradójicamente acaba con su propia caída? País de amnesias y mentiras, como el síndrome de involución que padece la humanidad: nunca olvides que la PFP, además de policía paramilitar, es un ejército de violadores sexuales, que goza de absoluta impunidad, como los soldados que acribillan, a fuego intensivo de granadas y metralla, niñ@s que ni tiempo tienen de saber... ¿Cuál fuego cruzado con quién? Las únicas bajas que sufren las fuerzas armadas, en estos casos de brutalidad indignante, son balas y granadas en abundancia. ¡Valiente guerra de poder criminal!

[] Iván Rincón 10:46 PM